9:15 La adolescente judía que escribió en su diario su vida como refugiada, murió en 1945 en un campo de concentración que fue liberado poco después de su fallecimiento.
“Imagínate qué interesante sería que yo publicara una novela sobre la casa de atrás” pensaba Ana Frank
Fráncfort (DPA)
Fráncfort (DPA)
Había soñado con ser escritora de adulta, y contra su voluntad se convirtió en una siendo adolescente. Con sus apuntes desde el escondite en el que se refugió su familia en Amsterdam, Ana Frank, que este 12 de junio habría cumplido 80 años, creó el diario más famoso del mundo.
Los pensamientos de esta joven judía sacudieron al mundo. Cuando la libreta a cuadros roja y blanca se publicó, ella ya estaba muerta. Murió a los 15 años de forma dolorosa, por tifus, en marzo de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pocas semanas antes de que fuera liberado por los Aliados.
Ana, nacida en 1929 como Annelies Marie Frank en Fráncfort, abandonó Alemania con sus padres tras la toma de poder de los nazis con sólo cinco años. Su padre, Otto Frank, erigió un nuevo negocio en Amsterdam, pero tras la ocupación alemana de Holanda en mayo de 1940, la vida de la familia de cuatro miembros se volvió muy peligrosa.
En julio de 1942 tuvieron que pasar a la clandestinidad, y se ocultaron en la “Achterhuis” (la casa de atrás) de su propia tienda de especias. Poco antes, Ana había recibido un diario como regalo por su cumpleaños número 13. “Espero que seas un gran apoyo para mí”, escribe en su segunda aportación, dos días después de su cumpleaños.
ÉXITO EDITORIAL
En el libro, que ha vendido 75 millones de ejemplares en más de 60 idiomas, Ana Frank relata la difícil supervivencia de su familia en el escondite de la calle Prinsengracht 263. Viven allí ocho personas, con una familia amiga, en un espacio reducido, hasta que el 4 de agosto de 1944 son descubiertos por la policía. Hasta el día de hoy se desconoce quién los denunció a la Gestapo.
En 1947, el padre de Ana, el único que sobrevivió al Holocausto, publicó el diario, escrito en holandés. Y desde entonces Ana Frank es una figura simbólica de todas las víctimas del nazismo. Sus escritos son uno de los testimonios más importantes del genocidio de los judíos, pese a que en el diario no se incluye el horror y la destrucción de los campos de concentración.
La historia probablemente tuvo tanta repercusión en la propia Alemania porque se trata de un destino individual. “En el relato de una niña inocente se podía proyectar toda la compasión y arrepentimiento”, afirma Anne Lehwald, del centro Ana Frank de Fráncfort. “Entonces la gente se sentía aliviada”. A ello se sumó que en la primera edición de 1950 se borraron o cambiaron los pasajes en los que los alemanes no salen bien parados.
Las ediciones más modernas incluyen datos de lo que vivió Ana Frank en Auschwitz y otros campos, cuando ya no podía escribir su diario. Para los jóvenes el destino de la vivaz Ana es una buena forma de acercarse a la cada vez más lejana época del nacionalsocialismo.
Por ejemplo, Ana no podía subir al tranvía por ser judía, así que tenía que volver caminando y sudando a casa, tal como cuenta. “A los jóvenes eso les hace comprender las leyes raciales de Núremberg”, afirma Lehwald.
Ana tampoco ahorra comentarios a su amiga ficticia “Kitty”, a quien dedica el diario, sobre sus conflictos con su madre y su hermana Margot. Los problemas de convivencia se ven aliviados porque Ana se enamora del hijo de la otra familia. Algo con lo que cualquiera puede identificarse, por lo que no extraña que la historia haya sido filmada por Hollywood. Hay además una película de dibujos animados japonesa y un musical.
EL REFUGIO ES UN MUSEO
El antiguo escondite, convertido en museo, es visitado en Amsterdam por medio millón de personas al año. El centro de Fráncfort, otro en Berlín y la Fundación Ana Frank de la capital holandesa se esfuerzan por crear una “cultura de la memoria”. Con ayuda de exhibiciones se abordan a través del personaje temas actuales como el racismo, el antisemitismo, los prejuicios y las luchas civiles.
La propia Ana no creía en la importancia de su diario. En junio de 1942 escribió que en el futuro “nadie, ni yo ni nadie, se interesará por los problemas del corazón de una escolar de 13 años”. Sin embargo, más adelante deja entrever que le gustaría ver sus vivencias publicadas. “Imagínate qué interesante sería que yo publicara una novela sobre la casa de atrás”, escribe a Kitty en 1944.
Los pensamientos de esta joven judía sacudieron al mundo. Cuando la libreta a cuadros roja y blanca se publicó, ella ya estaba muerta. Murió a los 15 años de forma dolorosa, por tifus, en marzo de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pocas semanas antes de que fuera liberado por los Aliados.
Ana, nacida en 1929 como Annelies Marie Frank en Fráncfort, abandonó Alemania con sus padres tras la toma de poder de los nazis con sólo cinco años. Su padre, Otto Frank, erigió un nuevo negocio en Amsterdam, pero tras la ocupación alemana de Holanda en mayo de 1940, la vida de la familia de cuatro miembros se volvió muy peligrosa.
En julio de 1942 tuvieron que pasar a la clandestinidad, y se ocultaron en la “Achterhuis” (la casa de atrás) de su propia tienda de especias. Poco antes, Ana había recibido un diario como regalo por su cumpleaños número 13. “Espero que seas un gran apoyo para mí”, escribe en su segunda aportación, dos días después de su cumpleaños.
ÉXITO EDITORIAL
En el libro, que ha vendido 75 millones de ejemplares en más de 60 idiomas, Ana Frank relata la difícil supervivencia de su familia en el escondite de la calle Prinsengracht 263. Viven allí ocho personas, con una familia amiga, en un espacio reducido, hasta que el 4 de agosto de 1944 son descubiertos por la policía. Hasta el día de hoy se desconoce quién los denunció a la Gestapo.
En 1947, el padre de Ana, el único que sobrevivió al Holocausto, publicó el diario, escrito en holandés. Y desde entonces Ana Frank es una figura simbólica de todas las víctimas del nazismo. Sus escritos son uno de los testimonios más importantes del genocidio de los judíos, pese a que en el diario no se incluye el horror y la destrucción de los campos de concentración.
La historia probablemente tuvo tanta repercusión en la propia Alemania porque se trata de un destino individual. “En el relato de una niña inocente se podía proyectar toda la compasión y arrepentimiento”, afirma Anne Lehwald, del centro Ana Frank de Fráncfort. “Entonces la gente se sentía aliviada”. A ello se sumó que en la primera edición de 1950 se borraron o cambiaron los pasajes en los que los alemanes no salen bien parados.
Las ediciones más modernas incluyen datos de lo que vivió Ana Frank en Auschwitz y otros campos, cuando ya no podía escribir su diario. Para los jóvenes el destino de la vivaz Ana es una buena forma de acercarse a la cada vez más lejana época del nacionalsocialismo.
Por ejemplo, Ana no podía subir al tranvía por ser judía, así que tenía que volver caminando y sudando a casa, tal como cuenta. “A los jóvenes eso les hace comprender las leyes raciales de Núremberg”, afirma Lehwald.
Ana tampoco ahorra comentarios a su amiga ficticia “Kitty”, a quien dedica el diario, sobre sus conflictos con su madre y su hermana Margot. Los problemas de convivencia se ven aliviados porque Ana se enamora del hijo de la otra familia. Algo con lo que cualquiera puede identificarse, por lo que no extraña que la historia haya sido filmada por Hollywood. Hay además una película de dibujos animados japonesa y un musical.
EL REFUGIO ES UN MUSEO
El antiguo escondite, convertido en museo, es visitado en Amsterdam por medio millón de personas al año. El centro de Fráncfort, otro en Berlín y la Fundación Ana Frank de la capital holandesa se esfuerzan por crear una “cultura de la memoria”. Con ayuda de exhibiciones se abordan a través del personaje temas actuales como el racismo, el antisemitismo, los prejuicios y las luchas civiles.
La propia Ana no creía en la importancia de su diario. En junio de 1942 escribió que en el futuro “nadie, ni yo ni nadie, se interesará por los problemas del corazón de una escolar de 13 años”. Sin embargo, más adelante deja entrever que le gustaría ver sus vivencias publicadas. “Imagínate qué interesante sería que yo publicara una novela sobre la casa de atrás”, escribe a Kitty en 1944.
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